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Cómo los "zumos verdes" me ayudaron a dejar el cigarrillo

Los jugos verdes no son una fórmula mágica, pero sí pueden ser un interruptor biológico poderoso. No atacan la adicción desde la mente, sino que cambian el terreno donde esa adicción se sostiene. Cuando el cuerpo está oxigenado, nutrido y en calma, los hábitos dañinos dejan de tener lugar

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Durante casi diez años fumé. Empecé a los 16 y lo dejé cerca de los 26.Intenté dejarlo muchas veces, sobre todo desde los 20, cuando ya estudiaba nutrición y sabía perfectamente lo que el cigarrillo le hacía a mi cuerpo.

Pero, como con cualquier adicción, con saber y voluntad no alcanza.

El cigarrillo me generaba una contradicción enorme: buscaba bienestar, pero sostenía hábitos donde el daño era evidente. Y eso me frustraba mucho.

Probé de todo: limitar la cantidad, no comprar, “reglas” para fumar solo en ocasiones, chicles de nicotina (que encima me irritaban la garganta)… En esa época no existía el vapo, pero estoy segura de que lo habría probado. Nada funcionó.

Seguía fumando, aunque hiciera ejercicio, aunque comiera bien. Hubo épocas en las que fumaba dos cigarrillos al día y otras, muy borderline, en las que llegaba a veinte.

Hasta que, sin buscarlo, empecé a tomar jugos (o zumos) verdes, me metí de lleno en la alimentación viva (raw food) y empecé mis primeras limpiezas hepáticas y colónicas, además de otras prácticas depurativas.

En ese momento hacía danza africana (súper aeróbica, nada friendly si fumás). No estaba intentando dejar de fumar, quería sentir más energía y estaba fascinada con la cocina sin cocción.

Y pasó algo simple: de repente, dos días sin fumar, después una semana, y así, sin darme cuenta. Creo que la clave fue que mi foco no era “dejar”, sino incorporar hábitos que me hacían sentir muy bien.

No me lo había propuesto, mi cuerpo dejó de pedirlo.

El olor al cigarrillo empezó a darme rechazo. Alguna vez accedí socialmente y me descompuse: náuseas y mareos, como la primera vez que probé a los 16.

Que pasa a nivel biológico 🧠

Los jugos verdes oxigenan, alcalinizan y ayudan a limpiar la sangre.Aportan clorofila, magnesio y antioxidantes que apoyan la función hepática y reducen la inflamación. Cuando el hígado se libera de toxinas, el cuerpo necesita menos “compensaciones” como la nicotina.

Además:

  • Clorofila: mejora la oxigenación celular y ayuda a eliminar metales pesados y residuos del tabaco.

  • Magnesio: calma el sistema nervioso y reduce la ansiedad del síndrome de abstinencia.

  • Antioxidantes: neutralizan el estrés oxidativo que el cigarrillo produce.

  • Sabores amargos (rúcula, kale, apio, diente de león): estimulan la bilis, activan la digestión y favorecen la depuración.

Y hay algo más:

  • La nicotina dispara dopamina → placer rápido con bajón rápido.

  • Un jugo verde estabiliza la glucemia y favorece serotonina + energía limpia.

Resultado: te sentís bien, con claridad, sin excitación. No necesitás “algo más”, ni volver en el que no podés salir.

En mi caso no fue fuerza de voluntad: fue biología a favor. Cuando el cuerpo respira mejor y está nutrido, los hábitos que lastiman pierden lugar.

Si estás en ese lugar, o querés cambiar un hábito que te hace mal, empezá por sumar de los buenos: un jugo verde al día y observá qué cambia. Tu piel, tu energía y tu ánimo te lo van a decir.


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